29/12/13

haiku / ikkyu

Aunque tras leer las maravillas de Basho, en fin, siento aún más rubor,
le doy otra oportunidad a algo que publiqué hace tiempo...
~~~~
_La cultura tradicional japonesa siempre me ha fascinado. Ya sean sus
magníficas ilustraciones y pinturas, su maravillosa música tradicional,
las representaciones del teatro clásico... la maestría del cine de Ozu,
Mizoguchi, sin olvidar a Kurosawa, Naruse... y los haiku.
_El arte espiritual, elegante, hondo pero sencillo y natural de la
cultura japonesa quizá queda expresado con una maestría sin igual en
el haiku... que en apenas tres versos de aproximadamente 5, 7 y 5
sílabas, intenta mostrar el fluir de la vida con sencillez y naturalidad,
sin rimas forzadas, con la asimetría característica de la vida. Sabiduría
y dicha de la vida en pocas y valiosas palabras, un regalo y un don al
alcance de espíritus sensibles y profundos.
_Con algo de sonrojo, les dejo unos haikus que se me han ocurrido,
que publico como miaku_ y unos enlaces.

*

haikus de las cuatro estaciones


-1-
la primavera,
alegre florecilla
de la juventud

-2-
en el verano
el libro abierto
está en la piel

-3-
en el otoño
las hojas se desmayan
poquito a poco

-4-
en el invierno
sacamos los abrigos
y nos resfriamos




*

miaku_


- - -
*
::: 
(Ayer, curioseaando en una librería abrí un libro de Ikkyu,   reconocido poeta y monje libertino, abrí el libro y me encontré con "La raíz del hombre"...  Bueno, tomo prestado de aquí y de allá y reproduzco algunos de sus versos.)


La variante zen del budismo ha sido una de las más interesantes para el pensamiento occidental, especialmente porque parece representar una antítesis, una suerte de complemento, a la lógica aristotélica-cartesiana que domina nuestros procesos mentales.
Pero esto puede verse también como un lugar común, una simplificación de una realidad y una tradición mucho más vastas y quizá incluso inabarcables en las que no faltan, por supuesto, los ejemplos que puedan dar al traste con nuestras reducciones conceptuales, contradecirlas y socavarlas para, felizmente, hacernos ver desde una renovada perspectiva eso que creíamos haber comprendido.
Este es el caso de Ikkyu Sojun, un monje y poeta que al llevar al extremo las enseñanzas del zen consiguió subvertirlas y mostrarlas en su faceta más carnal, más humana, para algunos una “paradoja dogmática” de los principios originales.
Uno de los pocos traductores de Ikkyu al español, el también poeta Aurelio Asiain, describe así al monje:
Hijo ilegítimo del Emperador Go-Komatsu, el monje Ikkyu (1394–1481) es una de las figuras más interesantes del budismo zen. Célebre por haberse opuesto a la burocracia clerical y su materialismo, pero sobre todo por sus excentricidades, sus excesos y sus escándalos (fue un bebedor heroico, que invitaba a sus correligionarios a dirimir las diferencias teológicas en las tabernas y los burdeles, y predicaba que la iluminación podía alcanzarse a través de la práctica ritual del sexo) es también apreciado como calígrafo mayor de Japón, legendario flautista itinerante, artífice de la ceremonia del Té y poeta originalísimo. Como la mayor parte de los monjes zen, escribió la mayor parte de su obra poética en chino, pero sus tanka y haiku no son escasos.
En cuanto a su poesía, puede encontrarse en ella un ánimo irreverente, ansioso por carcajearse de quienes se toman demasiado en serio cosas tan fútiles como la trascendencia, nunca suficientemente ahíta de celebrar ese recinto inigualable de la sensualidad del mundo que es la mujer y el disfrute que su cuerpo puede otorgar (siempre que el practicante no esté más interesado en descifrar un koan), sin dejar de lado las paradojas existenciales que tanto fascinaron a Borges cuando este se acercó al budismo zen.
Aquí algunos cuantos poemas de Ikkyu, en versión de Aurelio Asiain y tomados de esta publicación electrónica en la que pueden leerse otros más.




 *
El sexo de una mujer

Es la primera boca, y no dice palabra.
La rodea un espléndido montículo de pelo.
Allí puede perderse cualquier hombre sensible.
Es la cuna de todos los Budas de mil mundos.

*
Vine a nacer
en un mundo de sueños,
igual que un sueño.
Qué descanso, extinguirse
lo mismo que el rocío.

*
¿Qué es el Buda?
Como el tapiz de musgo
entre las rocas,
pura benevolencia,
se extienden sus palabras.

*
Al carajo la gloria, los triunfos, el dinero.
Tirado cara al cielo, saborear mi pulgar.

*
Altas, muy altas,
las nubes, qué calladas,
hasta allá arriba
llegaron sin decir
una sola palabra.

*
La poesía
es ridícula: escríbela,
enorgullécete,
ufánate al espejo
y créete que sabes.

*
Tanto koan
te enseñará el camino,
pero no al rico
coñito de muchacha
al que yo me dirijo.

(otras traducciones de Seijun Ikkyu)
*
Cada noche, la Dama Mori canta para mí.
Bajo el edredón, dos patos mandarines,
conversación íntima siempre renovada.
Hacemos el voto de encontrarnos en el tiempo de Maitreya.
Aquí, en la casa del viejo Buda, todo es primavera.

*
¿Qué es esto? ¿Un monje viviendo en el deseo?
Sangre al rojo, apasionado, el yo abandonado.
Cuando una transgresión reanima la pasión
el plano mundano se transmuta en oro.

*
Bajo los árboles, entre rocas, una rústica choza.
Mano a mano, poemas y sutras.
Podría quemar las páginas que guardo bajo mi hábito,
pero, ¿cómo olvidar las canciones escritas en mi corazón?
*
Veinte años de rabia y cólera con el corazón consumido
por las pasiones. ¡Pero llegó el momento!
Al oír la risa de un cuervo abandono el polvo y soy un arhat.
Un bello rostro de jade canta a pleno sol.

*
Tras mi muerte, habrá entre mis discípulos algunos que se dirigirán a los bosques o a las montañas, mientras que otros tal vez beberán sake y visitarán los burdeles, pero aquellos que se dediquen a dar conferencias para ganar dinero y hablen del zen como si fuese “la vía recta”, estarán malversando el Dharma y serán en realidad los enemigos de Ikkyu.

*
Escribir sobre temas profundos
no es más que trazar marcas en un sueño.
Cuando despiertes,
ya no habrá nadie que lea o haga preguntas.


 
Odio el Incienso
El trabajo de un maestro no puede ser medido
Aunque sacuda como los sacerdotes sus lenguas explicando el “Camino” y murmurando acerca del “Zen.”
A este viejo monje nunca le importó la falsa piedad
Y delante de Buda mi nariz se arruga por el oscuro aroma del incienso.


Un pescador
Estudiar los textos y meditar duramente puede hacer que pierdas tu Mente Original
Una solitaria tonada de un pescador puede ser un tesoro invalorable.
La lluvia del crepúsculo en el río, la luna atisbando desde dentro y fuera de las nubes;
Elegante más allá de cualquier palabra, él canta sus canciones noche tras noche


Mi Cobertizo
El mundo delante de mis ojos es igual que yo: gastado y descolorido.
La tierra es decrépita, el cielo tormentoso y toda la hierba blanquecina.
Aun la brisa primaveral no ha sido ése dato tardío
Sólo las nubes del invierno engulleron mi minúscula choza de caña

 
Una Comida de Pulpo Fresco
Cantidades de brazos, igual que la Diosa Kannon:
Aderezado con cidra, sacrificado por mí, ¡lo reverencio!
El gusto del mar es divino y
Lo siento Buda, este es otro precepto que no puedo mantener.
Exhausto con el placer gay, abrazo a mi esposa.
El estrecho sendero del ascetismo no es para mí:
Mi mente corre en dirección opuesta.



Es Fácil Ser Parlanchín con el Zen
 --Sólo tengo que mantener mi boca cerrada
y contar con dar amor a lo largo del día.
Es agradable echar una ojeada al baño de la señora--
Refregás tu floreciente cara y limpias tu amado cuerpo
Mientras  este viejo monje sentado en el agua caliente
¡Se siente aun mas bendecido que el emperador de China! 


 
 
A Lady Mori con Profunda Gratitud y Agradecimiento
El árbol estaba estéril de hojas pero  trajiste una nueva primavera.
Largos brotes verdes, inocentes flores, promesa fresca.
Mori*, si yo olvido mi profunda gratitud hacia vos
Dejáme arder por siempre en el infierno.


  * (Mori fue una cantante ciega. Y joven querida de Ikkyu.)











bibliografía 
Zen hilo rojo, Ikkyu Sojun (Miraguano ediciones, 2001)
Poemas del monje libertino, Ikkyu (José Olañeta Editor, 2013)